Viaje a Rocamador

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Los soleanos de Sevilla peregrinaron a Rocamador

Los cofrades de la Hermandad de María Santísima en su Soledad de San Lorenzo de Sevilla que radica en la Parroquia de San Lorenzo han hecho historia. En un viaje organizado por los soleanos y la agencia Távora, los expedicionarios llegaron hasta el espectacular Santuario de Rocamador, situado en un bello y atractivo paraje del sur de Francia, con auténticos aires medievales. Como se sabe, la primitiva Hermandad sevillana de Rocamador, fundada sobre 1508 y junto con la Sacramental y Ánimas Benditas de San Lorenzo, se fusionó con la Cofradía penitencial en la década de los setenta del siglo pasado. La Hermandad sevillana, que ahora preside José Manuel Albiac y que ha celebrado con toda solemnidad en el 2007 el 450 aniversario fundacional, proyectó una peregrinación de cofrades soleanos para conocer el lugar donde se inició la devoción a la Virgen de Rocamador y cuya universal advocación mariana llegó hasta la parroquia de San Lorenzo. En este templo se conserva un antiguo retablo con la efigie pintada de esta Virgen Negra.

CAMINO DE FRANCIA

Comenzó la peregrinación a hora temprana. El grupo, cercano al medio centenar, viajó en avión desde Sevilla a Barcelona, para continuar en autocar hasta Andorra. Además del hermano mayor de la Soledad de San Lorenzo, José Manuel Albiac, en esta expedición formaron varios miembros de la Junta de Gobierno como el mayordomo de la Cofradía, Enrique Olivares; el fiscal, Ramón Menéndez, y el veterano y ejemplar cofrade soleano Enrique Macías. También se sumaron a la peregrinación miembros de la Coral Polifónica de la Hermandad de la Macarena, así como otros cofrades y cofradas de la Soledad y de otras hermandades sevillanas.

En Andorra se celebró una solemne eucaristía en el Santuario de la Virgen de Meritxell, cuyo moderno templo fue realizado por el arquitecto Ricardo Bofill. Oficiaron el párroco de San Andrés y San Martín, Manuel Campillo, canónigo de la catedral sevillana - -que formó parte de esta expedición soleana--, y el capellán del templo andorrano, Ramón Rosell.

El hermano mayor de la Soledad, José Manuel Albiac, firmó en el libro de visitantes, y su esposa, María Luisa García-Bolaños, realizó una ofrenda floral a la imagen de Maritxell.

MISA EN ROCAMADOR

La segunda etapa, que era la principal meta del viaje, fue Rocamador. Antonio Távora Alcalde, que iba al frente de la peregrinación como representante de la agencia de viajes, ya nos había adelantado la enorme y atractiva belleza de esta zona del Sur de Francia. A todos los viajeros nos sorprendió aquel fantástico lugar. En la ladera de un rocoso e impresionante acantilado figura en la cima el viejo castillo de Rocamador y agarrados a la ondulada extensión está la ciudad religiosa con el Santuario de la Virgen Negra, quedando en el fondo del cañón el pequeño pueblo. Es un espectacular paisaje medieval que se conserva de forma primorosa en esta zona del sur de Francia.

La misa ante la imagen francesa de Rocamador fue oficiada por el canónigo de la Catedral sevillana, Manuel Campillo, con la lectura de la epístola a cargo del hermano mayor de la Soledad. La talla de la Virgen Negra, que recibe culto en este impresionante santuario francés, es una imagen relicario que está representada sentada en un trono, con el Niño Jesús en su rodilla. La imagen luce muñecas y escote de oro ornado con hojarascas y corona dorada, que también lleva el Niño Jesús. Allí, en Rocamador, se aclaró la leyenda que une a esta Virgen con los marineros -hay ofrendas que reproducen viejos barcos--, ya que las familias de los navegantes peregrinaban a este lugar para rogar a la devota imagen por la salud y el buen viaje de los marineros.

Los miembros de la Junta de Gobierno de la primitiva cofradía de San Lorenzo depositaron en la Basílica de Rocamador una fotografía que reproduce la figura de esta misma advocación que se conserva desde siglos en el templo sevillano.

Aunque todos los caminos para llegar hasta Rocamador son complicados y difíciles, por lo abrupto del terreno, son muchos los cientos de peregrinos que llegan hasta esta lugar. Desde el Castillo hasta la Basílica de la Virgen Negra hay una serie de veredas descendentes en el cuales figuran una pequeñas capillas medievales con los pasajes del Vía Crucis, representados en artísticos relieves que reproducen todas las escena de la Pasión.

PARIS DE LA FRANCE

La estancia en Rocamador había dejado una huella imborrable a todos los peregrinos. Fue, sin duda alguna, un especial y trascendente privilegio para los soleanos y para los demás viajeros, porque todo cuanto se vivió allí quedó grabado en nuestras retinas y en nuestros corazones. Pero además de las vivencias en esta especial jornada mariana, quedaba París.

Lo primero que en la capital francesa se nos puso por delante fue la Torre Eiffel, que en esta ocasión estaba iluminada con luces azules. El famoso símbolo parisino se representaba de tan singular manera porque Francia ostenta en estas fechas la presidencia de la Comunidad Europea.

Uno de los grandes actos del grupo en París fue la misa que se celebró en la capilla principal de Notre Dame, oficiada por Manuel Campillo. La anécdota en esta ceremonia fue la presencia de Antonio Távora Alcalde, que como asistente especial del sacerdote lució adecuada y ajustada vestimenta para la solemne ceremonia. Sara Rubio, la esposa de Nono, captó con la digital esta inédita imagen.

Otro momento destacado de la estancia en la capital de Francia tuvo lugar en la Embajada de España en París. El grupo fue recibido por la Secretaria General, María Antonia Cavero, que actuó de guía especial para poder contemplar todas las dependencias del histórico edificio. El hermano mayor, José Manuel Albiac, hizo entrega de un cuadro con la Virgen de la Soledad, dedicado al embajador español, Francisco Villar.

Cuando ya se acercaba el final del programa en París, el grupo celebró el éxito de la fraternal convivencia y el feliz desarrollo de todos las grandes momentos vividos en esta expedición con una cena de gala en uno de los barcos que surcan las aguas del Sena. Si hubo violines y canciones del país galo en este fin de fiesta, también se bailó por sevillanas al pie de la Torre Eiffel. Los populares y agradables miembros de la Coral de la Macarena pusieron el broche de oro entonando el Himno dedicado a la Esperanza, letra de Joaquín Caro Romero y música de Abel Moreno. Se unieron de esta forma tan entrañable la Soledad, Rocamador, la Macarena y toda la devoción mariana en Sevilla.

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