Toros

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Cuarta corrida de Feria con farolillos y décimo sexta del abono maestrante: Matías Tejela mereció mejor premio y Perera fue cogido por "Explosivo"

Tercera de Feria con farolillos y décimo quinto festejo del abono de la Real Maestranza : El presidente sólo mostró un pañuelo blanco al francés Sebastián Castella

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1ª Corrida de la Feria de Sevilla : Triunfo de corazón de César Rincón

12ª Corrida de Abono de la Real Maestranza : El presidente sacó a pares los pañuelos para premiar a Morante y a Talavante

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12ª Corrida de Abono de la Real Maestranza : El presidente sacó a pares los pañuelos para premiar a Morante y a Talavante

Antonio Pulido, presidente en la décimo segunda corrida de abono de la Real Maestranza sacó los pañuelos a pares. Mostró los dos trapitos blancos y los colocó por delante de la colgadura de color granate que cubre la barandilla del palco. Primero lo hizo con Morante de la Puebla , cuando acabó con el toro Jergoso II, y luego con Talavante, tras levantar este al público de los tendidos por su valiente y artística faena al último de la tarde, llamado también Jergoso, pero en esta ocasión era el número uno.

Todo parece estar atado y bien atado en el reglamento taurino, pues la segunda oreja es potestad de la autoridad que dirige el cotarro de las normas. Pocas veces se ha visto en plazas de primera categoría esta reacción del delegado gubernativo, que causó la natural sorpresa. El presidente suele conceder el primer trofeo a petición unánime del público, pero se suele hacer un poco el remolón para ver si insiste el respetable y seguir repartiendo los premios.

Pero Pulido fue revolucionario en el palco de la Maestranza y sacó sus dos pañuelos blancos lavados con Colón entre el clamor de ese público que sigue fiel a Morante, a pesar de sus desplantes, y el gran alboroto taurino que formó el joven Alejandro Talavante. Al final de la corrida no se sabía buen si tocarle las palmas al presidente, que en muchas ocasiones no ha estado tan dadivoso, o los espadas triunfantes.

La historia de la corrida comenzó con Jesulín de Ubrique, aparte tener clavadas en las espaldas de la grada las rodillas del que estaba sentado detrás de mi asiento.

Poco hizo el torero del corazón en su primero. Lo mejor de la lidia fue ver correr de largo al toro en su encuentro con el picador para la suerte de varas. También destacó en este tiempo el quite de Morante, para levantar el ánimo de sus eternos forofos. El de Ubrique cogió la muleta para la última suerte y sus intentonas ante "Lanudi" fueron baldías. El Núñez del Cuvillo no quiso pelea sobre la arena y el matador gaditano se decidió por dar pronto el pasaporte al animal, que para morir recibió un bajonazo y un descabello.

Lo peor de la tarde no tardó en llegar. Morante de la Puebla no quiso ver al toro "Compañero" ni en los carteles. Es cierto que el animal no tenía ni un pase. Flojo, sin raza, huidizo y manso. Fue mal picado y hasta los banderilleros le hicieron ascos al astado. Morante salió decidido a una faena de aliño y de por ahí te quiero ver en el desolladero: El público se enfadó con el sevillano. Bronca, gritos y pitos.

Llegaba con el tercero la revolución taurina del momento. Después del recuerdo que Talavante dejó en su última corrida, donde la espada le hizo una mala jugada, el de Badajoz llegaba esta vez a la Maestranza a por todas. Pero el primer toro, "Aguaclara", era mas bien vino agrio. Se lesionó dándole cornadas a los burladeros y Pulido sacó un pañuelo verde para el cambio. Y salió "Jarandero". Tras las aseadas suertes primeras, el pacense cogió la franela para dormirla delante de la cara del animal. Lentos pases, sueños de gloria, y en el centro de la plaza. Quieto los pies en el albero, pasándose la res por las taleguillas. Y más paso quiero. Y más naturales, y más derechazos, y más trincherazos. Talavante en la misma cresta de la ola. En la cima. La gente loca. La música, el compás, el empaque, las palmas por sevillanas, el delirio. Solera pura. Vamos por la pitanza. Se ganó el trofeo. Pulido aún no se había emborrachado con la belleza y la alegría del toreo de Talavante y sacó sólo un pañuelo.

Volvió Jesulín de Ubrique. Se despedía de Sevilla. "Lanzafuego" era el cuarto de la tarde y el gaditano tampoco dio muchas muestras para ofrecer algo más que el compromiso de salir vestido con el traje de luces. ¿Dónde estás corazón? Pinceladas con el capote, bronca por el quite de Morante en este toro del gaditano y faena triste de Jesulín con la muleta, ante un toro manso y tozudo. Metisaca para aliviar el trance y descabello para rematar el volapié. En dos palabras: im-potencia.

Un fuerte murmullo se extendió cuando el presidente ordenó la lidia del quinto del festejo. El gran Morante se fue hacia los chiqueros para recibir a Jergoso II a portagayola. Y el sevillano la armó. Vestido como si fuera a hacer la Primera Comunión , pero con más lentejuelas doradas, se enfrentó con valentía al toro y. allí mismo. empezó a darles una serie de lances con el capote que despertó la pasión en los tendidos.Jergoso II había que cuidarlo. Justas las fuerzas, pero con bastante casta y bien presentado. 555 kilos en canal. Un autobús. Y en esto llegó el de La Puebla con la muleta.

Y todo al estilo victorioso de Morante. Lidia a la sevillana. Aires de fiesta grande en una muleta de oro que hacía humillar al de Núñez del Cuvillo, que se movió vencido de un lado a otro de la plaza.

Morante no centró al toro en los medios, o en una zona determinada del ruedo. Inició la faena con la franela cerca del tendido donde está el presidente y finalizó en la acera de enfrente, donde está la música, que por cierto tocó de forma incompleta en honor del matador.

Sevilla es Sevilla. Morante es de casa. Pulido estrenó nuevas normas. El de La Puebla remató bien con la espada y se llevó sorprendentemente dos orejas por los dos pañuelos unidos, pero no revueltos, que mostró el delegado gubernativo. Ovación al torero y muestras de simpatías al dadivoso presidente.

Aún faltaba el último toro, el sexto, de la animada corrida. Había presionado mucho Morante a Talavante. Y el pacense se la jugó. Salió decidido, con una juventud que arrolla y que le hace inconciente delante de cualquier cornúpeta que se le ponga por delante. 562 kilos pesaba Jergoso I. Se cuidó al animal en varas y era un caramelito en dulce para soñar con la Puerta del Príncipe. Además, el presidente, con sus pañuelos a Morante, había puesto las cosas muy facilitas.

Pero Talavante volvió a responder con talento, con valentía, con buen toreo, con exquisitez, con capacidad y temple. Genio y figura en el albero maestrante. Otra vez la quietud para aguantar el noble tránsito del toro. Otra vez los pies juntos. Otra vez los naturales de sueños. Otra vez la muleta dormida, con pases en redondos, con variedad y calidad en el desarrollo de la faena. Estaba cerca muy cerca la salida triunfal por la Puerta del Príncipe. Otro nuevo campeador que empuja con poderío en el escalafón. Talavante dibujaba pases perfectos como Vicente Flores para ABC. No falló esta vez en la suerte suprema. Se ajustó bien delante del bicho y soñó con la gloria bendita de esta Sevilla torera.

Buena tarde de toros. La Feria de Abril de Sevilla empieza bien.

Fernando Gelán

 

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